Sunday, June 9, 2019

Sobredosis


Sobredosis

And I would, and I would destroy your god.
Yes I would, if I could, destroy your god.
Because you're born again,
Until you're worn again.

Otro whiskey más e iban… no, ya había perdido la cuenta. No tenía sentido seguirla, tampoco. Lo mismo con los opiáceos, aunque de estos últimos calculaba que estaba por el cuarto de la noche. También había perdido la cuenta de la cantidad de noches que llevaba así. O días. Ya no distinguía demasiado entre día y noche. Para él la vida se había convertido en una sucesión confusa de momentos de relativa sobriedad mezclados con períodos de estupor absoluto a causa de los fármacos y el alcohol. Si alguien le hubiese contado cuando se recibió de farmacéutico que así era como iba a terminar, sacando ventaja de su acceso fácil a las drogas, hubiese pedido una medida doble de lo que fuera que esa persona estuviese tomado y probablemente se habría volado los sesos ahí mismo. Últimamente su propio cinismo era lo único que lograba levantarle el ánimo. Al menos lo suficiente para pasar por la farmacia de la que era dueño, preguntarle al encargado cómo iba todo (como si le importara) y llevarse un par de cajas de analgésicos (eso sí le importaba). ¿Seguía con dolores su mujer? Sí, sí, está complicada. Ah, bueno, ojalá se recupere pronto. Gracias. Adios.

Su mujer. Hacía rato no pensaba en su mujer. La había bloqueado de su cabeza. Sabía que había existido, sí. Pero ya no cumplía el rol de compañera de vida. No había una vida que requiriese de compañía tampoco. Después de lo que había hecho… no, no había vuelta atrás. Para ninguno de los dos, si bien ella sostenía la fantástica creencia de que había hecho lo correcto. Para ella lo de su marido era una etapa, tenía que pasar el duelo y la larga iba a entender que todo estaba bien, que las cosas se habían dado así porque Jesús lo había querido así. A él el divorcio nunca se le cruzó por la cabeza, porque sabía que él mismo ya estaba dañado de forma permanente e irreparable. Un papel que los declarara legalmente separados se le antojaba risible y casi insultante. Y ahora, bueno, ya ni siquiera pertenecía a esa vida, ¿qué más daba? Tampoco le interesaba confesarle a nadie lo que había pasado; ya era tarde para eso. Y no tenía ganas de lidiar con todo el revuelo que surgiría de hacerlo. ¿Para qué? No iba a encontrar paz ahí.

¿Por qué no se mataba, simplemente? No tenía una respuesta concreta para eso. Las ganas de hacerlo estaban, pero le faltaba el coraje. Y algo más. Un propósito. No un motivo, el motivo ya existía. Un propósito en cuanto a darle un sentido trascendente al suicidio. Simplemente dejar de sufrir no era suficiente. Además, el desayuno (y cena) de campeones compuesto por analgésicos y whiskey que consumía a diario evitaban que tocara fondo del todo y tomara la determinación final. Por supuesto que sabía que no iba a durar mucho más así; tenía el hígado como un pollo al espiedo y la piel ya parecía de cuero. Cuando estaba sobrio le dolía todo, y no era precisamente por la edad. Alguna vez un vestigio de otra vida, que al parecer no se había enterado de nada, lo llevó a pensar que debería tomar un ibuprofeno para el dolor que lo atacaba en esos momentos. Ja, ja. Ahí va el cinismo otra vez.

Un propósito. La muerte de su hijo había tenido un propósito. O eso le habían dicho. Quizás por eso él buscaba sentir algo similar. ¿Qué otra manera existía de darle sentido a algo sino? Un propósito por otro. Qué estúpido pensar así sobre la muerte, pero, de verdad, ¿qué más le quedaba? Estaba solo. En su casa vivía alguien, una persona a la que había ignorado durante demasiado tiempo, tanto que casi se había olvidado de que compartían el mismo techo. ¿Quién era? ¿Qué era?

Durante una tarde de pseudo lucidez lo asaltó un pensamiento; ahora entendía. Después de tanto tiempo, entendía. El propósito que buscaba tenía que presentarse como un castigo. No justicia, para eso ya era tarde. Castigo. Él tenía que irse sin dejar en pie aquella pantomima absurda que había significado el fin de su existencia y la de su hijo.

En la teoría todo sonaba muy lógico. Tan lógico como algo así puede sonar. Pero no estaba en un estado que le permitiese llevarlo a la práctica. No podía coordinar pensamientos ni acciones después de una botella de Jack Daniel’s y un blíster de OxyContin todas las noches. Decidió entonces que iba a tratar de morir sobrio. Le costó, pero de a poco la botella entera se convirtió en media, de media pasó a ser un tercio y por último era solamente un vaso. Y uno o dos Oxys en vez de un blíster. No iba a ganar ninguna medallita de Alcohólicos Anónimos, pero eran pequeños pasos que de a poco lo conducían hacia la realización de aquel propósito que se había planteado. La presencia comenzó a cobrar forma de mujer. La mujer pensó que el hombre finalmente estaba saliendo del duelo, que finalmente Dios o Jesús o la virgen o quien sea lo estaba ayudando, etc. Él no intentó convencerla de lo contrario y continuó ignorándola, pero ahora sabía quién era.

Una noche, después de haber terminado de limpiar y aceitar el revólver que le había quedado como herencia de su padre, permaneció sentado un rato largo con la mirada fija en la pared mientras jugaba con una bala, haciéndola bailar entre los dedos, y tratando de hacer durar el único vaso de whiskey que se permitía. En un momento dado apareció la mujer, con la sonrisa condescendiente que la caracterizaba. Hacía aproximadamente una vida que él no iniciaba conversaciones con ella. Decidió romper con ese patrón.

—¿Sabés? Estaba pensando… qué bueno sería poder tomar este revólver y asesinar a tu Dios.

La sonrisa se desvaneció.

—¿Por qué decís algo tan horrible?

—Porque es la verdad. Si pudiera, destruiría a tu dios. ¿Por qué no? Si él puede decidir sobre la vida de otro. Es lo que me dijiste con respecto a nuestro hijo después de que lo sofocaste en la cuna, ¿te acordás? Que era su voluntad.

—Fue la voluntad de Jesús. Yo lo escuché perfectamente, Él me lo dijo. Me dijo que no era el momento, que ese bebé…

—Ese bebé era nuestro hijo.

—Nuestro hijo no tenía que estar en este mundo aún. Me dijo que iba a volver a nosotros en el momento propicio.

—Y por eso lo mataste.

—Liberé un alma que estaba atrapada en un cuerpo que no le correspondía. El alma de nuestro hijo volverá con nosotros. Fue Su voluntad.

—No habrá otro bebé —dijo mientras tomaba el revólver y con lentitud colocaba una bala en una de las recámaras.

—Se nos va a presentar de otra forma, entonces. Es Su voluntad que vuelva a nosotros.

Él rió. Se sorprendió levemente del sonido de su risa, que ya había olvidado. Otra bala fue a parar al tambor.

—Al final destruir a tu dios es más fácil de lo que pensaba; basta con deshacer su voluntad.

El primer disparo impactó en el pecho de la mujer. De Dios. De Jesús. Del monstruo. Él no sintió nada en ningún momento.

Quizás los opiáceos le habían arrebatado esa capacidad.

Quizás la mujer no estaba tan equivocada y él también era un cuerpo pudriéndose lentamente cuyo único fin era mantener cautiva un alma que pugnaba por salir para reunirse con la de su hijo.

Quizás también la había liberado a ella, separando su alma de su mente enferma.

Quizás, en otra vida…

No importaba. El segundo estallido del revólver fue un signo de exclamación al final de todo lo que lo había llevado hasta ese punto.

La sangre de ambos se mezcló en el piso de la cocina, espesándose.

Volviéndose una. 


Friday, June 7, 2019

Realm of Thoughts (traducción al inglés de "Reino de pensamientos").


Realm of Thoughts

"How do you feel?" said a voice at my right. Suddenly, I awoke. I hadn't noticed him at all, entranced as I was by looking at the stillness of the river which lay before me, below the pier. Strangely enough, I couldn't remember whatever I was just thinking... although...

—You seem awful lost —said the same voice again. It belonged to a man who was sitting beside me. Tall, dark brown hair, greenish eyes.

—My apologies. I seem to have lost my focus for a moment.

—It is quite alright. Looking straight at the deepness of the water often provokes such an effect. May I ask what you were thinking?

—I don't mind, but to be honest, it seems to escape my grasp... you'll probably think me daft.

—Not at all. Did you come on your own?

—I think so, yes...

—You think so?

—I... —suddenly, I realized I didn't know the answer to that question either. Had I gotten there by myself? When? How? Where exactly was I?

—Easy... do you know where you are?

—I'm... on a pier? But which pier is this? Is it Saint John's Pier? Or...

—It could very well be. How do you remember Saint John's Pier to be?

—Quite similar to this one... but what do you mean? Is this it, or not?

—That depends.

—Please... no riddles now.

—I have no intention of confusing you further. But where we are right now is pretty much a reflection of your main thoughts put together.

—What? A reflection of my... how? Am I dreaming? This is a dream, is it not?

—In a way, in the grand scheme of things, it could be. But no one really knows. Thoughts are... elusive. As I said, these are your main thoughts, but, being a thought yourself... can you be considered a dream? An illusion? Matter or abstract? These questions are not easy to answer... and may not be possible to answer at all.

—Sir, I admit you have lost me. Who are you, can you tell me?

—I am a thought myself. One of yours, part of your unconscious mind. Your thought of "beyond". I am a representation of the forever present hunger for knowing what the meaning of existence is... where you came from, and where you will go after your death.

—So this must be a dream then... but... this all seems so vivid...

—Look around you now. Look at your thoughts.

I did as he asked. I soon realized that what seemed a peaceful spot at first, was actually a sort of pandemonium. The first thing I noticed was a man walking behind an old lady with an umbrella. He was clearly in a hurry, yet for some reason he couldn't seem to go around the slow—walking woman. Abruptly, he grabbed her from behind and threw her to the floor, after which he yelled something unintelligible and kept going. Both of them, the man and the lady, quickly faded away to nothing afterwards. A bit north of where they were standing, I saw a beautiful woman walking down the street. Another man, quite similar to the one who had assaulted the previous woman, was walking in front of her. A third, dirty looking individual came from around a corner. He started yelling something to the girl, and even though I could not really hear nor understand, I somehow knew he was teasing her with obscene language. All of a sudden, the man walking in front of the woman stopped and turned around, walked towards the stalker and punched him right in the jaw. Again, all of them disappeared after the commotion stopped. I was about to get back to my conversation with the man beside me, when my eye caught a glimpse of what seemed to be a person standing at the edge of the roof on top of a tall building, as if he was about to commit suicide. Indeed, he jumped, and after falling head first during a few seconds, he stopped... and remained there, levitating ,as if performing a wonderful magician act. A moment later he started to move, or rather fly, until he took up speed and vanished out of view. As I looked up, I noticed that what I had thought were birds before, were, in fact, other persons... all high up in the sky, flying... free...

—Free as you would have liked to be.

—Excuse me?

—These people you see... all of them. They are your thoughts. Representations of them. Things you have done or you may have thought of doing, but for one reason or another, be it impossibility, social adaptation, shyness or whatever, you never have.

—Then, the man who attacked the old lady...

—Exactly. You must have thought such a thing recently, at one point or another, otherwise you would not have seen it here. Same thing for those people flying... but then again, who hasn't thought of that, right? And look at that other man over there... with the cats... —he said, and pointed at very happy looking fellow, who was surrounded by at least ten cats and was giving them food.

—Right. I say again though, for a dream, this feels extremely real.

—Tell me, what is the last thing you remember?

—Me? Well... I... —Once again, I couldn't remember. It was exasperating.

—Slowly now. It'll come to you.

—I... was going somewhere I think. Yes... work maybe? I was walking. And then I took a bus. I got up, got my ticket, and sat in one of the first two seats...

—Go on.

—I remember the driver was driving a little bit too fast for my liking. But I also remember thinking "what the hell, I'll arrive at work sooner this way"...

—Quite positive of you.

—I'd say practical is more like it. Anyway, the bus kept going... and... a sharp turn? Yes, I think so. I think there was a child, running towards the street and then... wait, this can't be right...

—What happened?

—The bus, I remember it... flipped? And I got thrown away by the momentum... I think I slammed my head against the front window, but... —I touched my head instinctively, searching for some sort of wound. Nothing.

—And what then?

—Nothing... that's it. Then I remember some sort of... blackness? And then I was right here. So wait, does this mean I'm in a kind of comma, lying on a hospital bed? Is that it?

—What do you think?

—Well it's either that or I'm...

—Dead.

—Am I? But... how?

—You hit your head pretty hard. Probably cracked your skull.

—Yes, I get that! But... it was so sudden, I didn't...

—And what did you expect? A warning? An invitation? —I glanced at him, angrily—. Come now... this is yourself talking, remember? I am but a mere thought, stemming from your own mind.

—You do talk like me, I'll give you that. Alright, so I'm dead then. The end of the road. What's this? Heaven? Hell? Limbo?

—Your mind.

—My mind? But... my brain is dead, how is this possible?

—Thoughts have a power of their own, do they not? They even affect reality in the material plane sometimes. They exist in their own plane: the astral. What some call "souls" is merely their own mind, resonating in the universe. You are a thought, or rather, your mind is all of your thoughts, amalgamated here in the astral plane.

—And these... they are all my thoughts? What about other minds?

—This is your own spot of the astral plane. There's one for each mind. Of course, each mind is intertwined with the others. Think of it as a tapestry, made of several strands, each one being a train of thoughts, a different mind.

—Care to explain?

—Oh, you already know... but fair enough. You see, I, as part of your unconscious mind, have always had a stronger bond to the astral plane, thus, I get to stay here when your mind travels. You see, each of your thoughts takes place here... this astral plane, or realm of thoughts, if you will. Your mind is connected to it during your physical life in whatever world you live in, but to access it... well... only few can do such a thing. It is divided. Your conscious mind, the stronger part of your whole train of thoughts, becomes fully attached to your vessel, its brain, and therefore its limited physical senses, making it extremely difficult for you to perceive anything else outside the material plane. Once the connection has been severed due to the vessel being damaged or spent, your mind is free again, and it yearns to be made whole once more.

—How come this place is so similar to the material plane then?

—Your conscious mind has just "returned" here. You are a representation of it. Having been active in a particular way for so long, it still holds reign over the rest of your thoughts. It's its way of exhibiting things... playing recorded thoughts, along with your subconscious mind. Had you been in a different world, you'd probably be seeing things a different way, similar to whatever world you may have been in.

—You mentioned other strands, other trains of thought... how come I can't see them?

—It's just a way to put it. The truth is there is no "distance" between them. Nor are they in one same place. The astral plane cannot be measured that way. You are always in your own strand, but where one intertwines with the other and where it does not, no one can say. All of us are thoughts, in the end... and we may very well be one mind, of one single being.

—So you're saying we're just part of the train of thoughts of another being? But who? Where?

—Are we? I'm not stating the fact that we are. But we could be. Or not, who knows? Maybe not all minds belong to it... maybe only some do. Maybe there's more than one "host" mind, in which all subsequent minds reside. Who these beings are, where they are... I am not sure if finding out is a possibility. You, yourself, your thoughts give existence to other thoughts. Your actions in the world you used to live in spawned thoughts in another person's mind, which in turn created new thoughts, that may have affected another. So new trains of thoughts are created, each thought coming to into a new strand. But the truth is, even here, you are not always in control of your train of thoughts either. That is how you travel to other worlds... you just can't control it.

—So I'm not staying here then?

—You will, for a time... but for how long? No way to know. Well, assuming time was actually a measurable factor here, which is not. At some point, your mind will travel again... to a certain world, to a vessel...

—Why? Why does this happen?

—Both planes, astral and material, are also connected. Think of them as two poles of a magnet, attracting themselves to one another. Part of your mind will be travelling again, and will become the conscious mind of a new vessel, while your subconscious stays in between and your unconscious mind remains here. Now if you're asking how this came to be... then I'm afraid I, or rather you, don't have the answer to that. As I said before, is all this just happening in the mind of another being? Both planes, all thoughts? And if so, how did that being came to exist? What controls all this? Is there some hidden force? Some minds have come up with a theory of one "Prime Thought", which gave origin to a train of thoughts, and thus all the rest. But whence did it come from?

—I see... it's rather pointless is it? You'd think upon death you'd stumble upon some sort of revelation... something that would made things clear, yield some sort of meaning... but this? It just leaves me further in the dark...

—As it always has. Every time the conscious part of a mind returns, a similar occurrence takes place in every strand, every mind... until the mind is finally ready to move on again, and it travels... minds hunger for knowledge, experience...

—And memories? What about them? What about previous experiences and travels in other worlds and beings?

—That's all we are. Minds are but what memories and experience have created, out of a thought which originated from a previous one. New acquired memories become part of your strand, as does knowledge. They are here, all around you, you just cannot see them or have access to them yet, because your mind is not whole, still partially divided and struggling with the passage from the material plane to this one... once it finally meshes itself together, you will see this place differently, and of course I will not be here, since we will be made whole again: Conscious, subconscious and unconscious minds.

—So then... my conscious mind waits... I wait...

—We wait.

—We wait.


Reino de pensamientos


Reino de pensamientos

“¿Cómo se siente?”, preguntó una voz a mi derecha. Súbitamente, me desperté. No lo había notado antes, perdido como estaba mientras miraba la quietud del río que tenía ante mí. Extrañamente, no podía recordar en qué estaba pensando… aunque…

—Parece usted muy perdido —dijo la misma voz. Le pertenecía a un hombre que estaba sentando a mi lado. Alto, pelo marrón oscuro, ojos verdosos.

—Le pido disculpas. Por un momento perdí la noción de la realidad.

—No hay problema. Es de esperar que eso suceda cuando uno se concentra en la profundidad del agua. ¿Puedo preguntarle en qué estaba pensando?

—Sí, puede. Pero para serle sincero, no puedo recordarlo. Seguro piensa que soy un demente.

—Para nada. ¿Está usted solo?

—Eso creo, sí…

—¿Eso cree?

—Yo… —repentinamente, me di cuenta de que no tenía respuesta para esa pregunta tampoco. ¿Había ido hasta ahí solo? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Dónde estaba exactamente?

—Tranquilo. ¿Sabe dónde se encuentra?

—Estoy…  ¿en un muelle? ¿Pero qué muelle? ¿Es el de San Juan? O…

—Podría ser. ¿Cómo recuerda usted al muelle de San Juan?

—Bastante parecido a este. ¿Pero a qué se refiere? ¿Es este, o no?

—Depende.

—Por favor… evitemos las adivinanzas.

—No tengo intención de confundirlo más. Pero el lugar en el que nos 
encontramos es básicamente una proyección conformada por la fusión de sus pensamientos principales.

—¿Qué? ¿Una proyección de mis… pero, cómo? ¿Estoy soñando? Esto es un sueño, ¿no?

—En cierta forma, en el gran orden del universo, podría ser. Pero nadie lo sabe en realidad. Los pensamientos son… escurridizos. Como dije, estos son sus pensamientos principales, pero, como usted mismo es un pensamiento… ¿podemos considerarlo a usted un sueño? ¿Una ilusión? ¿Materia o abstracción? Estas preguntas no son fáciles de contestar. Quizás sea imposible contestarlas.

Señor, admito que me confunde. ¿Quién es usted, podría decirme?

—Yo soy un pensamiento también. Uno tuyo. Parte de tu mente inconsciente. Tu evocación del “más allá”. Soy una representación del hambre eterna y siempre presente producida por el deseo de saber cuál es el significado de la existencia. De dónde venís, y hacia donde irás cuando mueras.

—Entonces esto debe ser un sueño, pero… se siente tan vívido.

—Mirá a tu alrededor. Mirá tus pensamientos.

Hice lo que me pedía. Me di cuenta enseguida que lo que en principio parecía un lugar lleno de paz, era en realidad una especie de pandemonio. Lo primero que noté fue un hombre caminando detrás de una anciana que sostenía un paraguas. Claramente él estaba apurado, pero por algún motivo parecía no poder adelantarse a la mujer, que caminaba bastante lento. De repente, la tomó por un hombro y la arrojó al piso, tras lo cual gritó algo ininteligible y siguió su camino. Ambos, la anciana y el hombre, se desvanecieron luego del episodio. Un poco al norte de ese lugar, divisé a una mujer hermosa cruzando la calle. Otro hombre, bastante parecido al que había atacado a la anciana, caminaba un poco más adelante de ella. Un tercer individuo, de aspecto sucio, apareció tras doblar una esquina. Empezó a gritarle algo a la mujer, y aunque no podía entender qué, de alguna manera sabía que la estaba acosando con groserías. Sin mediar palabra, el hombre que estaba caminando delante de la mujer se dio vuelta, caminó hacia el acosador y le asestó un golpe en la mandíbula. Nuevamente, todos desaparecieron luego de que la escena se terminara. Estaba por retomar la conversación con el hombre sentado a mi lado, cuando de reojo vi a una persona parada al borde del techo de un edificio, como si estuviera por suicidarse. Dicho y hecho, saltó, pero luego de caer durante unos segundos, se detuvo en seco y se quedó ahí, levitando, como un mago realizando un truco increíble. Apenas un momento después empezó a moverse, o mejor dicho a volar, cada vez más rápido, hasta que lo perdí de vista. Al mirar hacia arriba, noté que lo que antes me habían parecido pájaros, eran en realidad otras personas, todas volando, libres.

Libres como te hubiera gustado ser a vos.

¿Perdón?

Estas personas que ves, todas, son tus pensamientos. Representaciones. Cosas que hiciste, o que pensaste hacer pero algo, sea una imposibilidad física, normas sociales, timidez o lo que sea, te detuvo.

Entonces, el hombre que atacó a la anciana…

Exacto. Recientemente debés haber pensado en hacer algo similar, porque de lo contrario no lo habrías visto acá. Lo mismo sucede con las personas volando. Aunque, bueno, ¿quién no debe haber pensado alguna vez en volar, no? Y mirá al hombre que está allá, con los gatos... —dijo mientras apuntaba con el dedo a un tipo que se veía extremadamente feliz, rodeado de al menos diez gatos y dándoles de comer.

—Entiendo. De todos modos, lo repito… para ser un sueño, esto se siente muy real.

Decime, ¿qué es lo último que recordás?

Bueno, yo…  —otra vez, no podía recordar. Era desesperante.

Despacio. Hacé memoria.

Yo… estaba yendo a algún lado, creo. Sí… ¿al trabajo, quizás? Estaba caminando. Y luego me subí a un colectivo. Me subí, saqué el boleto, y me senté en uno de los asientos de adelante.

Seguí.

Recuerdo que el chofer estaba yendo un poco rápido para mi gusto, pero pensé “y bueno, llegaré más rápido al trabajo así”.

Muy optimista de tu parte.

Más bien realista. En fin, el colectivo siguió su camino y… ¿dobló de golpe? Sí, algo así. Creo que había un niño que cruzó corriendo la calle y entonces… no, no puede ser.

¿Qué pasó?

El colectivo… ¿se dio vuelta? Y salí volando con el impulso… creo que me golpeé la cabeza contra la ventana de adelante, pero… —me toqué la cabeza instintivamente, buscando algún tipo de herida. Nada.

¿Y entonces?

Nada más. Después recuerdo una especie de oscuridad… y después aparecí acá. Entonces, ¿esto significa que estoy en coma, en un hospital? ¿Es así?

¿Qué pensás?

Bueno, es eso, o estoy…

Muerto.

¿Estoy muerto? Pero… ¿cómo?

Te golpeaste la cabeza bastante fuerte. Probablemente te hayas partido el cráneo.

¡Sí, entiendo eso! Pero fue todo tan repentino, no sé…

¿Y qué esperabas? ¿Una advertencia? ¿Una invitación? —Lo miré, furioso—. Vamos…  esto te lo estás diciendo a vos mismo, ¿te acordás? Soy un simple pensamiento, surgido de tu propia mente.

—Hablás como yo, eso seguro. Bueno, estoy muerto entonces. El final del camino. ¿Qué es esto? ¿El cielo, el infierno, el limbo?

Tu mente.

¿Mi mente? Pero… mi cerebro está muerto, junto con el resto de mi cuerpo. ¿Cómo puede ser?

Los pensamientos tienen un poder propio, ¿no? Incluso afectan la realidad dentro del plano material, a veces. Existen dentro de su propio plano, el astral. Lo que algunos llaman “alma”, no es más que su propia mente, que resuena en el universo. Sos un pensamiento, o más bien, tu mente está compuesta por todos tus pensamientos, en una amalgama que habita el plano astral.

—Y estos… ¿son todos mis pensamientos? ¿Y qué pasa con las otras mentes?

Este es tu propio lugar dentro del plano astral. Hay uno para cada mente. Por supuesto, cada mente está entrelazada con otras. Pensalo como si fuera un tapiz, compuesto por varios hilos, y cada hilo es un tren de pensamientos de una mente distinta.

—¿Podrías elaborar?

—Ah, si ya lo sabés… pero está bien. Yo, como parte de tu inconsciente, siempre he tenido una conexión más fuerte con el plano astral. Por ende, me quedo siempre acá cuando tu mente viaja. Cada uno de tus pensamientos nace acá… en este plano astral, o reino de los pensamientos, como quieras llamarlo. Tu mente está inexorablemente unida a él, pero para acceder… bueno, muy pocos pueden hacer eso. Tu mente está dividida, la parte consciente, la parte más fuerte de tu tren de pensamientos, se une por completo a su recipiente físico, tu cerebro, y por eso está limitada a los sentidos físicos, lo que hace que sea muy difícil que percibas algo más allá del plano material. Una vez que esa conexión se corta, sea porque el recipiente orgánico se daña o simplemente se agota, tu mente queda libre nuevamente, y solo quiere volver a sentirse completa una vez más.

—¿Cómo es que este lugar es tan similar al plano material entonces?

—Tu mente consciente acaba de “llegar”. Vos sos una representación de ella. Habiendo estado tanto tiempo activa de una manera en particular, aún conserva poder sobre el resto de tu tren de pensamientos. Lo que ves es su manera de entender y representar las cosas… repitiendo recuerdos viejos, junto con tu subconsciente. Si hubieras estado en un mundo distinto, o vivido una vida distinta, estarías viendo cosas muy diferentes.

—Mencionaste otros hilos, otros trenes de pensamiento… ¿Por qué no puedo verlos?

—Es solo una manera de verlo. La realidad es que no hay una “distancia” entre los hilos. Ni siquiera están siempre en el mismo lugar. El plano astral no se puede mensurar de esa forma. Vos estás siempre en tu propio hilo, pero dónde un hilo termina o dónde se interconecta con otro, nadie lo sabe. Todos somos pensamientos, después de todo. Y quizás todos seamos parte de una sola mente, perteneciente a un mismo ser.

—¿Entonces solo somos parte de los pensamientos de otra persona, otro ser? ¿Pero, de quién? ¿Dónde?

—¿Lo somos? No estoy dando por hecho de que lo somos. Pero podríamos serlo. O no. ¿Quién sabe? Quizás no todas las mentes pertenecen a un mismo ser. Quizás solo algunas, y quizás hay más de una mente “anfitriona”, en las que residen otras mentes. Quiénes son estos seres, dónde están… no creo que sea posible saberlo. Vos mismo, con tus pensamientos, has creado otros pensamientos. Tus acciones en el plano material hicieron surgir pensamientos en las mentes de otras personas, lo que a la vez creó nuevos pensamientos que pueden haber afectado a otros. Así se van creando nuevos trenes de pensamiento, cada uno formando un nuevo hilo. Pero la verdad es que, incluso acá, no estás en control de todo tu tren de pensamientos. Así es como nos movemos entre distintos mundos… simplemente no es posible ejercer un control sobre eso.

—¿Entonces no me voy a quedar acá?

—Por un tiempo, pero no definitivamente. ¿Cuánto tiempo? No se puede saber. Bueno, si consideráramos al tiempo como un factor medible en el plano astral, cosa que no es. En algún momento, tu mente va a viajar otra vez, a algún mundo, a un nuevo organismo.

—¿Por qué? ¿Por qué sucede eso?

—Ambos planos, astral y material, están inexorablemente conectados. Pensalo como los polos opuestos de un imán. Parte de tu mente viajará otra vez, y se volverá la mente consciente de tu nuevo organismo. Tu subconsciente se queda en un punto medio, y tu inconsciente se queda acá. Ahora, si tu pregunta es cómo fue que todo esto surgió originalmente… lamento decirte que yo, no mejor dicho vos, no tenés la respuesta.  Como dije antes, ¿estará todo esto ocurriendo dentro de la mente de algún ser? ¿Ambos planos, todos los pensamientos? Y si es así, ¿de dónde salió ese ser? ¿Qué controla todo esto? ¿Hay alguna fuerza oculta? Algunas mentes han jugado con la idea de un “Pensamiento Primigenio”, que dio origen al primer tren de pensamientos y de ahí surgieron los demás. ¿Pero de dónde vino?

—Ya veo… ¿no tiene mucho sentido, no? Uno creería que al morir se va a topar con alguna revelación… algo que esclarezca el sentido de las cosas, un propósito. ¿Pero esto? Solamente me genera más preguntas.

—Siempre fue así. Cada vez que la parte consciente de una mente regresa, una “conversación” similar a esta tiene lugar en cada hilo, en cada mente. Hasta que está lista para viajar una vez más. Las mentes están siempre sedientas de conocimiento, de vivir experiencias.

—¿Y los recuerdos? ¿Qué pasa con ellos? ¿Las experiencias y conocimientos acumulados durante los viajes en distintos mundos, a través de distintos organismos?

—Eso es todo lo que somos. Las mentes no somos más que lo que recuerdos y experiencias han creado, en base a un pensamiento que luego originó otros. Recuerdo nuevos pasan a formar parte del hilo, al igual que nuevos conocimientos. Están acá mismo, rodeándote, solo que no podés verlos o acceder a ellos, porque tu mente no está completa, aún está parcialmente dividida y luchando por adaptarse al paso del plano material al astral. Cuando finalmente se unifique, verás el lugar de otra manera, y por supuesto yo no estaré más acá, porque estaremos unidos otra vez: consciente, subconsciente e inconsciente.

—Entonces… mi mente consciente espera. Yo espero.

—Esperamos.

—Esperamos.